Cada ser humano ha desarrollado un
símbolo para cada persona y objeto familiar. Esto es debido a que cada una crea
esquemas que dependen las experiencias y, por lo tanto, no existen dos esquemas
idénticos para dos personas diferentes. Las imágenes mentales que posee un niño
sobre los objetos de su entorno provienen del resultado de un proceso mental
que se puede cambiar e introducir conceptos nuevos.
Un esquema puede variar mediante la
exageración de las partes importantes, la omisión de partes menos importantes o
el cambio de símbolos para las partes más relevantes. Los niños no son
conscientes de las exageraciones porque para ellos es como si fueran reales.
Cuando se estimula a los niños para
que pongan mayor atención a las acciones, estos desarrollan un sistema más
flexible. Para ello es necesario motivarlos mediante la existencia de variedad
de temas para que todos tengan la oportunidad de expresar sus intereses.
Alrededor de los seis años, los
niños producen esquemas alternativos para objetos y acontecimientos cuando se
les pide. Sobre los siete, la representación de la figura humana (mediante
formas geométricas) depende del conocimiento que el niño tenga de sus partes,
siendo importante para ellos la simetría del cuerpo. Las figuras de los dibujos
no suelen mirarse, sino que eso se empieza a ver a partir de la siguiente etapa
(a partir de los 9). A los ocho, el dibujo se entiende como una unión de
situaciones.
En esta etapa, el niño desarrolla la
idea de interconexión de los elementos del dibujo mediante una línea básica
(que, por ejemplo, puede ser el suelo o los bordes de la mesa), aunque en la
naturaleza o en los objetos se observen tales líneas. Más adelante aparece la doble
línea básica que es una evolución posterior y que precede a la perspetciva o
el plano alzado que describe los elementos importantes del dibujo.
Con el paso del tiempo el niño
descubre la relación existente entre el objeto y el color, aunque no distingue
los diferentes matices de estos. El esquema del color es una indicación de la
creciente capacidad de pensamiento abstracto.
Los niños son producto de su
herencia genética y de su ambiente, por ello, tenemos que facilitar que este
sea rico y estimulante. La oportunidad de expresar de modo socialmente
aceptable los sentimientos negativos produce una liberación de las tensiones y
el niño puede hacer un uso constructivo de la implicación emocional. Los niños
no quieren que sus dibujos den lugar a interpretaciones por eso incluyen rasgos
definitorios a los elementos que aparecen en él.
El uso rígido de un esquema puede
ser una forma de huida del niño para evitar afrontar los sentimientos y las
emociones, por ello se debe prestar una atención especial a la flexibilidad de
pensamiento en este período y ofrecerle la oportunidad de usar las emociones de
forma constructiva.
Como docentes, debemos recordar que
cualquier tema es aceptable y bajo ningún concepto debemos hacer un juicio
moral sobre algún contenido de estos.
Cualquier material artístico debería
facilitar la expresión infantil en vez de ser un obstáculo para ello. Por eso
es necesario saber que se debe presentar el material en el momento en el que el
niño esté preparado para usarlo, conocer el material artístico óptimo para
realizar una actividad y proponer materiales sin abrumar al alumnado. Por
ejemplo, la arcilla es un material tridimensional que estimula otro tipo de
mentalidad diferente a la del dibujo.

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