JOHN BERGER.
MODOS DE VER
Lo
visible es el conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar. La realidad se
hace visible
al ser percibida y la forma en la que la has percibido es la que queda en la
conciencia. Lo visible es un invento, ya que los humanos han realizado grandes
inventos multiplicando los
instrumentos de visión y ensanchando sus límites.
La
cámara de televisión fue un gran invento que nos permitió ver imágenes antes
nunca vistas. De hecho, gracias a la fotografía, al cine, a la televisión, al
vídeo y a los ordenadores podemos visualizar desde elementos microscópicos
hasta imágenes de hace muchos años.
John
Berger en su programa de televisión Modos
de ver, utilizó la pantalla de
televisión para mostrar como el poder de las cámaras puede desarticular la
unidad de significado que cada obra representa. En la pintura puede alterar su
tamaño, modificar su color, aislar figuras de las escenas que las incluyen…
Modos de ver se convirtió en libro, y sigue desencadenando
hoy una indagación continua sobre el encuentro, casual o deseado, de alguien
con una obra de arte.
En la
serie televisiva, John Berger paseó la
cámara por las salas de la National Gallery de Londres sin acompañarla de
ningún sonido ni ningún texto. Ese silencio llena de luz el acto mismo de la
contemplación. Se trata de un silencio necesario para que las pinturas hablen y
el espectador pueda oírlas, y, al hacerlo, se oiga a si mismo.
Ese
presente constituido por el amasijo de lo visto y de lo vivido en el proceso de
civilización que acarreamos en nuestro modo de ver, de saber, y de vivir.
La
terminología de art brut fue caracterizada por Jean Dubuffet que se refirió a
“producciones de todas clases, dibujos, pinturas, bordados, figuras modeladas,
o esculpidas, etc… que presentan un carácter espontáneo y fuertemente
inventivo, deudores en el menor grado posible del arte habitual o de los
tópicos culturales y cuyos autores son personas, oscuras, ajena a los medios
artísticos profesionales”
Los autores
son personas acaudaladas y cultivadas, de buena posición social que animan,
diseñan y dirigen cosas extraordinarias en lugares poco transitados.
Los
escultectos margivagantes carecen de maestros y de discípulos. No existe para
ellos ninguna escuela, ni se agrupan por su posicionamiento ideológico o su
doctrina estética.
Cada
uno de estos marginales es, o pretende ser un unícum. Lo que se acerca mucho a
la visión que Jean Dubuffet nos legó de los artistas bruts, considerándolos
como seres no contaminados por el sistema del arte.
Los
escultores margivagantes no aspiran a conquistar el suyo mediante un trabajo
interminable que suele durar toda la vida. No buscar la recompensa material ni
el reconocimiento social. El juego nos permite conectarlos con el mundo de la
infancia. No carecen del sentido del humor.
Aunque
se han caracterizado a los escultectos margivagantes con muchos de los rasgos
atribuidos al art brut, no se pueden considerar a ambos fenómenos como
absolutamente coincidentes: no todos los artistas pertenecerían al ámbito
creativo que reivindicamos Dubuffet o Thévoz, y tampoco son bruts todos los
escultectos.
Arte
bruto; poco educado, sin modales, grosero.
Arte
brutal: salvaje, crudo y violento.
La
escultectura margivagante evita cuidadosamente las amables praderas del “quiero
y no puedo”.
El arte
marginal es el producido por aquellos que están fuera de los circuitos
oficiales de educación, difusión y valoración de arte. Especialmente enfermos
mentales e individuos marginales pero con sensibilidad y producción artística
El arte
consciente busca el yo inconsciente.
El
valor esencial del arte marginal reside en la idea de arte puro y no
contaminado por los convencionalismos sociales y estéticos, fuera de la
asfixiante influencia de la cultura.

No hay comentarios:
Publicar un comentario